quinta-feira, 10 de junho de 2010

La mediación para una comunidad participativa

O texto abaixo foi escrito por Juan Carlos Velluza, psicólogo, mediador, doutorando em Direito e Sociologia e autor de diversas obras sobre mediação. O texto foi publicado hoje no blog do Prof. Luis Alberto Warat.

Introducción

Los años dedicados a la práctica de la mediación en diversos contextos y, fundamentalmente, las exigencias enfrentadas en la formación de mediadores en diferentes países (nada mejor que enseñar para aprender) me llevaron a reconocer la necesidad de construir un marco teórico referencial que sustentase la mediación, su filosofía y práctica, y que marcase principios básicos que permitiesen diferenciarla de la conciliación y de todo un abanico de prácticas extendidas por el mundo bajo el nombre de mediación sin respeto a su base científica, filosófica, ética y profesional.
En gran parte de la bibliografía existente sobre mediación se encuentra una profusión de experiencias y hasta de indicaciones técnicas, pero una gran falta de conceptos teóricos y científicos que sustenten tal práctica, fundamentalmente en lo social, función fundamental de la mediación si realmente deseamos que ella actúe en el cambio de la cultura y en la transformación de la sociedad.

En mi trabajo con adolescentes, necesariamente tuve que profundizar en esos aspectos sociológicos de la mediación, al ser la adolescencia una etapa psicosocial del desarrollo de los seres humanos (Vezzulla, 2005).

A partir de ese trabajo confirmé que la mayor riqueza que podía ofrecernos la mediación debía ser analizada desde la contribución de diferentes ciencias en un entrecruzamiento o enlace que nos permitiese construir una visión más amplia y sólida, no solamente de la teoría sino, y especialmente, de su práctica.

Infelizmente, se observa en buena parte del mundo una acomodación de los mediadores, que modifican su práctica para adaptarla a las exigencias de los usos y costumbres tradicionales, llevando a que la mediación pierda precisamente su riqueza, su innovación y su trascendencia social.

Frente a esta situación, no queda otra opción que exigirnos un rigor científico que nos obligue a verificar permanentemente nuestra práctica para evitar desvíos, fundamentalmente, para planear una acción según los objetivos a ser alcanzados, y, finalmente, explicar los resultados obtenidos.Tres situaciones me llevaron a intentar conceptualizar el uso de la mediación, ya no solamente para prevenir o resolver conflictos, sino para atender las necesidades de diferentes comunidades:

a. En el sur de Portugal, la organización In Loco trabaja para atender, por medio de la capacitación de "animadores sociales", la situación de innumerables poblaciones que están quedando deshabitadas por la falta de actividad económica y de espacio para el desarrollo de los jóvenes o el asentamiento de nuevas familias, y que han caído en una parálisis aceptando el triste futuro de su desaparición como una maldición imposible de modificar.Estos animadores son agentes sociales que estudian la situación particular de cada población para llevarles la actividad, la capacitación o la acción que consideran más adecuada.Esta acción asistencial obtiene resultados diversos y depende mucho de la característica especial del animador y de su trabajo.

b. En el sur de Brasil, donde, en algunos municipios, se trabaja con la aplicación del presupuesto participativo, también los líderes comunitarios encuentran grandes dificultades en conseguir la participación activa de los moradores para operacionalizar este procedimiento, dando por resultado que sean pocos los que participan en la elaboración de prioridades de las necesidades a ser atendidas.En estos dos casos fui convocado para capacitar en mediación, a fin de auxiliarlos en el ejercicio de esas funciones. Tuve encuentros con esos animadores y líderes sociales para poder discutir con ellos de qué forma la mediación podía servirles para ejercer otro liderazgo diferente. Liderar, conducir sin opinar ni sugerir o decidir, consiguiendo una amplia convocatoria que llevase a la población a participar activamente en el trabajo de enfrentar y resolver sus propios problemas sin interferencias exógenas.

c. Finalmente y como resultado de las otras dos experiencias, la realizada en México, Hermosillo, gracias al Dr. Jorge Pesqueira Leal, que me permitió trabajar tres días con unos sesenta presos del CERESO, la cárcel de esa ciudad del Estado de Sonora. El Dr. Pesqueira Leal y su equipo llevaban ya mucho tiempo trabajando la mediación con los internos, contando la prisión con un centro de mediación entre pares. Algunos de los participantes de nuestros encuentros ya eran mediadores, otros habían recibido información sobre la mediación y otros estaban interesados, pero no habían participado de ningún curso anterior.El objetivo de nuestros encuentros fue discutir con ellos sobre el uso de la mediación para conseguir que los otros internos participasen activamente en la presentación de sus problemas y pudiesen, en conjunto, elaborar caminos que les asegurasen una calidad de vida mejor, asumiendo las limitaciones impuestas por la prisión y recuperando el autorespeto y la autoestima.

Tres experiencias distintas entre sí, pero con el común denominador de capacitar a esas personas para que pudiesen conseguir una convocatoria que les asegurase la participación activa y responsable de los participantes de cada comunidad para asumir la discusión de los problemas que los afectaban y sus posibles soluciones.
Resultaba entonces fundamental analizar cuáles eran los componentes de la mediación que les permitirían alcanzar esos objetivos.

Ejes teóricos

Varios son los ejes teóricos a partir de lo cuales se construyó este trabajo: los conceptos sobre sociología crítica de Boaventura de Sousa Santos (2001), fundamentalmente los parámetros por él establecidos para analizar el tipo de derecho de aplicación en una sociedad, diferenciando el derecho regulador del derecho emancipador, según sirva para mantener controlada una sociedad o sirva como apertura para el ejercicio de nuevos derechos.

También de este autor tomamos la diferenciación que hace según la forma en que puede ser encarada la capacitación de una sociedad, a partir de la imposición de una ideología, de un dogmatismo, de una “verdad” por medio de la capacitación imposición (propia del colonialismo) o la capacitación emancipadora, que contribuye para el desarrollo de nuevas habilidades a partir del respeto de una cultura y de una organización social que los identifica.De Antonio Gramsci (1999-2002) utilizamos sus reflexiones sobre hegemonía, como la expresión del pensamiento de la sociedad civil y su función de abrir o cerrar espacios -moral o económico- a los derechos y a las necesidades de la población.

De David Held (1997) su concepto de autonomía igual en la propuesta de una política que genere la posibilidad de una ciudadanía libre e igual.

Partimos de esos conceptos para entender el alcance social de la base operacional de la mediación de conflictos: la autocomposición que, consideramos, apunta a la acción emancipadora por excelencia, pues el centro del trabajo en la mediación es facilitar el pasaje de la dependencia a la emancipación.

Para eso, partiendo de la definición base de la mediación de conflictos -que dice que es el procedimiento por el cual las personas en conflicto pueden alcanzar una solución por medio de la autocomposición- concluimos que, al permitir un tratamiento igualitario a todos los ciudadanos, sin exclusiones, trabajando en la capacitación de las personas (Con capacitación nos referimos a la tarea de promover el desarrollo de las habilidades de una persona sin imposiciones ideológicas, respetando su identidad psico-social.) para que puedan abordar, comprender y resolver sus problemas, la mediación puede revertir la acción reguladora del derecho recuperando su función de derecho emancipador, “ … un derecho comprometido con la humanización de sus funciones en los conflictos, el Derecho de la mediación” (Warat, 2001).

Entonces, el desafío de la mediación en su diferenciación de los otros procedimientos autocompositivos de resolución de conflictos, estaría claramente delimitado en poder dar la libertad y favorecer el ejercicio de la ciudadanía, al permitir que el ciudadano pueda atender sus propios problemas y resolverlos, sin que eso se establezca como un ejercicio liberal más al servicio de la ideología hegemónica.

Encontramos en Gotheil (1996) los conceptos que nos permiten realizar el enlace con los otros autores al describir: 1) la repercusión del modelo de autodeterminación y; 2) el énfasis puesto en la responsabilidad necesaria para que la libertad en la resolución de los conflictos pueda tener la repercusión social deseada.

Esta responsabilidad, así como la modalidad especial del tratamiento de los conflictos deben ser asumidas por los ciudadanos. Por eso, la educación pasa por el necesario reconocimiento de los participantes de la propia capacidad para ejercer esa libertad con responsabilidad.

Después de siglos de dependencia, esta liberación debe ser alcanzada por la acción del mediador. En ese sentido, Gotheil (ídem) remarca que el proceso de la mediación significa generar un mayor sentido de “tener la capacidad para”, de “sentirse con permiso para”, así como capacitar a los individuos para generar relaciones sociales más próximas a la solidaridad y más alejadas del enfrentamiento.

Estos principios conducen el trabajo del mediador de cuestionar, de llevar a los participantes a descubrir en sí mismos las capacidades para que puedan ir en la búsqueda de lo que necesitan para decidir, ir al encuentro de información, saber escuchar al otro y a sí mismos sobre lo que desean, sobre la viabilidad y la realidad de estos deseos con la seguridad de que todo puede ser resuelto a satisfacción de todos.En este sentido, Warat (2001) demuestra la eficacia de la mediación en la organización de los individuos según sus intereses comunes, permitiéndoles crear vínculos y estructuras comunitarias bien sólidas. La falta de unión promueve la explotación; por el contrario, la unión comunitaria conseguida con la mediación puede conseguir una mayor justicia social al llevar a los individuos a reconocer que no son adversarios entre sí.

Con las técnicas de la mediación pueden encontrarse esos puntos de coincidencia, de intereses comunes, que pueden auxiliar para alcanzar una unión que los fortalezca como grupo. Estas alianzas, continúa Warat, pueden auxiliar a los más débiles, no solamente para la unión, sino para el desarrollo de su capacidad de resolver por ellos mismos sus problemas.

Así, la mediación disminuye la dependencia de los organismos de poder más alejados y desarrolla la auto-ayuda en la formación de eficientes y eficaces estructuras comunitarias de base.

No considero necesario desarrollar aquí los conceptos propios de la mediación que complementan las teorías presentadas, por ser todos ellos muy bien conocidos por los lectores.

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